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ArabicPolish Chinese 《蒙召服从》

La Respuesta de Dios

por Reimar Schultze

ESCAPES MILAGROSOS

 Aun cuando mi madre solamente tenía sangre judía de parte de su papá, los funcionarios del Partido Nazi le dijeron a mi padre, que era Ario (un alemán de raza pura), que tenía que divorciarse de su esposa judía e hijos, si quería un futuro en el Partido. Mi padre dejó de asistir a las reuniones del Partido Nazi, y por consecuencia fue despedido de su trabajo. Poco tiempo después, por razón de mi linaje judío, yo llegué a ser el primer hijo de nuestra familia a quien le fue negado el cheque de apoyo que recibía del gobierno.

 El Holocausto de los nazis en Alemania no empezó de la tarde a la mañana. Fue precedido por un continuo aumento de hostigamientos a los judíos y su descendencia. Las humillaciones públicas, la destrucción de la clase profesional judía y de propiedad judía, y la restricción a viajar fueron solamente algunas de las primeras atrocidades. También estaba el supuesto restablecimiento de los judíos en el este del país, el cual era en realidad un engaño para ocultar el comienzo de los campamentos de exterminación.

 Vivíamos en Hamburgo, Alemania, cuando comenzaron los problemas de los judíos. Poco tiempo después, mi abuelo judío y la hermana menor de mi madre huyeron a Inglaterra. El bombardeo nocturno a diario y la presión continua de los nazis sobre mi papá a que se divorciara, le convenció mudar a nuestra familia a un pueblo remoto en la parte este de Alemania. Cuatro meses después de mudarnos, el edificio de cinco pisos en el que vivíamos fue derrumbado por las bombas británicas, quedando solamente cuatro sobrevivientes. Nuestro traslado al este nos rescató de la muerte.

 En 1944, mi papá falleció, dejando a mi madre con cinco niños, incluyendo a una bebé. El Ejército Rojo avanzaba hacia nuestra ciudad, y así nuestra familia se encontraba en peligro una vez más. Veinticuatro horas antes de que el ejército capturara nuestra ciudad, oímos un anuncio en el radio ofreciendo lugar para los refugiados a viajar parados en un tren improvisado por la Cruz Roja, que se usaba como hospital. Para calificar, los refugiados tenían que tener por lo menos tres hijos, un bebé, y ser huérfanos ya sea de padre o madre, o ambos. Por causa de la muerte de mi padre y del nacimiento del quinto hijo, cumplíamos con los requisitos para hacer el viaje, el cual prepararía el camino para nuestro escape de los comunistas.

 Mi madre amarró un colchón de plumas y otras cosas sobre mi espalda mientras nos preparábamos para salir de nuestra adorable casa y empezar ese largo camino a pie a través de la nieve profunda hacia la estación del tren. Sin embargo, era tan pesada mi carga que me caí hacia atrás. Mi mamá quitó algunas de nuestras pertenencias de mí y seguimos adelante. Estuvimos parados en la nieve toda la noche, mi madre cargando a la bebé, mientras metían a los soldados heridos y los ponían en las literas que estaban unas encima de otras a ambos lados de los furgones del tren. Para el amanecer se nos permitió abordar el tren, parados cuerpo a cuerpo por un largo tiempo. El viaje de tren de dos horas, llegó a ser una aventura de supervivencia que duró tres días y tres noches, mientras que las tropas rusas y alemanes peleaban sobre los rieles del ferrocarril. 

Varios milagros adicionales nos salvaron de los submarinos y de las minas durante nuestra evacuación por barco de la parte este de Alemania, y de las condiciones de hambre durante los dos años que pasamos en un campamento para los prisioneros refugiados en Dinamarca. Mi hermanita menor fue víctima del hambre y fue enterrada en una tumba en masa en una tierra ajena. Ella nació para que pudiéramos entrar en el tren de la Cruz Roja en Alemania, y así salvándonos de los comunistas. La vida en medio de la enfermedad, la destrucción, las tumbas en masa y el hambre suscitó muchas preguntas, especialmente cuando era una vida sin Dios.

 PRIMEROS PENSAMIENTOS DE DIOS

 Para mí en esos días, Dios era un desconocido indiferente mientras que vivía en un vacío oscuro. Después del primer año en el campamento de 36,000 refugiados, muerte por enfermedad y hambruna hizo que se vaciaran suficientes barracas para que los refugiados comenzaran un sistema escolar. Mi maestro me hizo memorizar el himno famoso "Castillo Fuerte Es Nuestro Dios" por Martín Lutero. Mientras estaba acostado en mi litera en la noche, empezaba a tener mis primeros pensamientos acerca de Dios. Me sentía como el pequeño Samuel, que alguien me estaba llamando, pero no sabía quién era.

 Entonces un día alrededor del año 1950, fui en mi primer viaje de excursión con los niños exploradores después de haber regresado a Alemania Occidental, cuando llegó otra vez ese poder invisible que nos había protegido tantas veces. Al amanecer, salí de debajo de las ramas de pinos que usé para cubrir mi cuerpo esa noche. Los rayos dorados del sol me rodeaban, mientras penetraban la neblina misteriosa de la mañana. Los árboles estaban parados en un silencio majestuoso. Solamente el canto de un ruiseñor quebró la quietud santa. Por un momento, Dios descendió desde su trono para llegar hacia mí, vestido con los rayos de oro. Entonces en ese mismo momento, El habló a mi corazón: "TE AMO, TE AMO. SOY AMOR." Su amor sanador entró a mi cuerpo y a mi alma. Supe en ese mismo momento que DIOS ES.

 EL CRISTIANISMO ES TRANSFORMACION

 Los años de la guerra dejaron cicatrizes emocionales en mi vida, y llegué a ser una persona introvertida muy reservada y solitaria. Tenía dieciséis años y estaba en el último año de la preparatoria. Un día después de haber presentado La Teoría de la Evolución de Darwin, mi profesor de ciencia, un ateo, preguntó, "Hay alguien en la clase que quisiera discutir la teoría de Darwin?"

 En el momento exacto cuando mi profesor dijo las últimas palabras de su petición, algo invisible me levantó sobre mis pies. Mi cuerpo, que medía dos metros de altura, atrajo la atención notablemente en ese salón de clases. "Yo hablaré en contra de esta teoría mañana," fueron las palabras que salieron de mis labios. La clase estaba sumamente sorprendido. Nunca me habían oído hablar, a no ser de que era un "sí" o un "no" o "¿Cómo está?" Yo también estaba pasmado con asombro. Al siguiente día, la clase de ciencias sería mía.

 Yo ya no era yo mismo. En vez de tener miedo, sentí un gozo en mi alma. Sentí una libertad nueva. De alguna manera sentía que estaba en un camino maravilloso de descubrimiento.

 Al llegar a casa, compartí la experiencia con mi mamá y ella me dio su Biblia. Escudriñé la Biblia por primera vez. Todo era extraño para mí. Yo no sabía cuándo fue escrita, y si decía algo acerca del origen del mundo y su órden. Busqué en el último libro, esperando encontrar la más reciente información al final del libro, pero no tuve la respuesta. Los símbolos solamente me confundieron.

 Al siguiente día, estaba de pie ante una clase que esperaba recibir algo de mí. Todos los ojos estaban fijos sobre mí. Yo dije, "¡No puede ser, no puede ser! ¡Tiene que haber un Dios!" Este fue el primer sermón que jamás prediqué. Siendo que no venían más palabras a mi mente, regresé a mi lugar. Mientras tomaba asiento en la banca, la gloria de Dios descendió sobre mí y Dios me habló por segunda vez, diciendo, "Voy a guiarte a las respuestas de las preguntas sobre origen, propósito, y destino." Yo estaba regocijando.

 Como una luz, llegó a mi mente de que éstas son las preguntas principales de la vida, y deben de estar en el corazón de toda educación. Todo lo demás es secundario. El sistema educativo estaba fallando con su obligación principal a las multitudes de sus alumnos al evadir estas preguntas.

 VIAJE ESPIRITUAL

 Desde aquel entonces leía las Escrituras cada día, y oraba diariamente al "Dios desconcido." Después de seis meses de búsqueda encontré solamente dos versículos que tenían significado para mí. Uno era Lucas 11:9, "Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá."

 Yo le dije a Dios si alguna vez había habido un alma que buscaba, pedía y llamaba, esa persona era yo. Puse a Dios a prueba. Si Jesucristo estaba vivo y las Escrituras eran verdad, llegué a la conclusión de que encontraría la VIDA. Si no encontrara la VIDA como prometen las Escrituras, la Biblia sería un engaño y Cristo estaría muerto. Yo estaba esperanzado de que Dios ganaría, porque si El perdía, a quién iría yo?

 El otro pasaje que me tocó fue Apocalipsis 3:20: "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."

 Cristo estaba buscando una entrada a mi vida. Allí estaba la necesidad de una transformación interna más que solamente una reformación moral. En este versículo me di cuenta de que el cristianismo no era solamente adorar a Cristo por afuera sino tener a Cristo dentro.

 Seis meses después de descubrir estas cosas, me arrodillé con el Evangelista Major Ian Thomas en un castillo antiguo en Inglaterra para pedirle a Cristo que entre en mi vida. Al principio, mi fe vacilaba un poco, pero Ian Thomas me guió a un tercer y cuarto versículo, los cuales afirmaron mi salvación.

 "Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación....porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo." (Romanos 10:10,13)

 Mi fe intelectual fue transformada en la confianza como la de un niño cuando me arrepentí, confesé mis pecados y le invité a Cristo Jesús a entrar a mi corazón. Fue en ese momento que supe que las Escrituras de Dios habían pasado la prueba y que Cristo verdaderamente vivía. Mi cuerpo llegó a ser el templo del Espíritu Santo. (1 Corintios 3:16) Me dediqué a la búsqueda de la "santidad sin la cual nadie verá al Señor". (Hebreos 12:14) El cristianismo había empezado dentro de mí y estaba en camino a tomar la cruz y seguir a Jesucristo en discipulado. (Mateo 10:38)

 Años después, el Señor me llamó al pastorado para predicar las inescrutables riquezas de Cristo, para declarar las respuestas a las preguntas de origen, propósito, y destino que Dios empezó a darme cuando era un joven de dieciséis años.

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