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366 devotional readings that will unlock the secret power to Abiding In Christ

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Reimar A.C. Schultze

Llamado a la Obediencia Archivo

El ser padre es más que tener hijos.  También incluye la responsabilidad

de crear un ambiente que conduce a la vida santa

"Una Carta a Los Padres"

         “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 3:14).

            Primero, observemos que las palabras del texto, “de nuestro Señor Jesucristo,” no se encuentran en los manuscritos más antiguos.  Esto no quiere decir que hay problemas bíblicas o teológicas con la frase, sino que la paternidad de Dios no se refiere solamente al ser Padre del Señor Jesús.  La paternidad de Dios abarca mucho más.

            La paternidad de Dios empezó antes del nacimiento de Jesús.  La paternidad empezó “cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7).

            La Paternidad de Dios empezó con la engendración.  No puedes ser padre hasta que hayas engendrado, hasta que una parte de ti empieza su propia existencia, hasta que una parte di ti que antes no existía solo ahora lleva tu imagen.

            Necesitamos entender que la paternidad no tiene que ver solamente con la creación de un nuevo ser humano, sino empieza con la creación de un ambiente donde la persona nueva puede vivir en el favor, la luz, y la protección del santo Dios.

            La paternidad de Dios empezó con la creación de un ambiente donde cada nueva creación, sea un grano do arena o una nueva estrella, testifica de la presencia, amor, poder, sabiduría, conocimiento, bondad, paciencia, y santidad de Dios.  (vea Romanos 1:20)

            “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre.”

            Yo creo que Pablo tenía esto y mucho más en mente cuando dobló sus rodillas para orar.  Nuestra fe y nuestras oraciones nunca son más grandes que nuestro Dios.

            Entonces, Dios no tiene principio pero su paternidad si lo tuvo y empezó cuando creó a los ángeles para adorarle.

            Cuando Dios creó a los ángeles, abrieron sus ojos y le vieron en toda su gloria y por eso la frase en Job dice, “y se regocijaban todos los hijos de Dios.” Cuando los ángeles vieron a Dios un grito de regocijo salió de ellos que continúa  sonando por el universo infinito.

            ¿Has tomado lo tiempo suficiente para acercarte a Dios como para provocar un grito de regocijo de tu alma o estás tan ocupado con las cosas negativas en tu vida que te has creado una prisión de tristeza?

            En seguida, yo creo que Dios engendró el universo.  Este fue el momento cuando Dios se hizo Padre por segunda vez.  Mientras Dios esparcía las estrellas, mientras miraban su gloria, inmediatamente empezaron a cantar de alegría en harmonía perfecta.

            Si, Job, ¿adónde estabas “cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios?”  ¿Adónde estábamos tú y yo?

            La música de las estrellas hasta este momento no ha cesado.  Hace años, leí donde unos científicos habían inventado instrumentos para oír sonidos más allá del espectro humano.  Descubrieron que hay música en el espacio.

            Considerando esto, no me puedes convencer de que cuando Dios habla de los árboles aplaudiendo y los collados cantando (Isaías 55:12; Salmo 98:8; Lucas 19:40) que es solamente lenguaje figurativo o poético.  Algunas veces lo es, pero en este caso es lenguaje literal.  Cuando Jesús entró en Jerusalén el Domingo de las Palmas y dijo, “si éstos callaran, las piedras clamarían,” no fue poesía ni ilustración figurativa.  No era mentiroso ni estaba bromeando – hay vida en las piedras; hay vida en todo lo que Dios ha creado.  Dios es vida, y todo lo que sale de Él tiene vida.  Dios no ha creado ninguna cosa que no responda a su voz.  El sol, la luna, las estrellas, los animales, hasta las piedras están a su llamado.

            Nosotros los humanos distinguimos entre lo muerto y lo vivo, pero Dios no.  Toda parte de su creación tiene vida.  A su voz, piedras derramaron agua en el desierto.  A su voz, el sol dejó de ponerse cuando Josué batallaba.  A su voz, los vientos soplaron cuando Jonás se subió al barco incorrecto y a su voz, el agua se convirtió en vino.  Todo lo que Dios creó oye y responde a su voz.

            Hay vida en cada átomo – electrones dando vuelta a velocidades increíbles - ¿qué lo controla?  Si tuviéramos un microscopio millones de veces más poderoso que los que existen hoy ¿qué veríamos?  ¿Un universo nuevo?  Así como la hormiga no entiende el concepto de un avión, también nosotros no entendemos lo que hay dentro de una gota de lluvia, un electrón, o una galaxia lejana.

            Primero, Dios engendró a los ángeles, luego al universo, y después al hombre en su imagen.  Engendró a Jesús cuando fue concebido en un ser humano y engendró a la iglesia en día de Pentecostés.  En el futuro, cuando lo veremos en el aire, Dios engendrará cuerpos nuevos para nosotros y finalmente, engendrará un nuevo cielo y una nueva tierra.  ¡Aleluya!  Esto es la paternidad de Dios.  “Doblo mis rodillas ante el Padre.”

            Todo lo que acabes de leer y mucho más se encuentra dentro de esa sola palabra, “Padre.”

            Pensando en todo esto, ¿no es importante que nosotros los padres terrenales ampliemos nuestras perspectivas de lo que es ser padre?  ¿No es más que proveer comida, ropa, y casa para nuestros hijos?  Hasta los animales saben proveer estas cosas para sus crías.

            Imitando a Dios, debemos incluir en nuestras responsabilidades como padres la creación de un ambiente que alimenta no solo el cuerpo, sino también la mente y el alma de nuestros hijos.  Aun antes de su nacimiento, debemos practicar la formación de un hogar sano y santo.

            Entonces, padres, creen un hogar donde no hay libros, ni música, ni películas, ni programas de televisión que puedan dañar el ambiente santo.  Creen un hogar donde las conversaciones están llenas de palabras agradables y donde se evita el pecado.

            Creen un hogar donde domina la paciencia y el enojo no tiene lugar, donde la oración y la alabanza son actividades diarias, donde la servidumbre es la meta y el sacrificio es una virtud que se desea alcanzar.

            Padres, miren todo lo que Dios ha engendrado para nosotros.  Tomemos su ejemplo y engendremos más que una nueva persona.  Engendremos también ese ambiente donde el alma de nuestros hijos pueda florecer y crecer en Cristo. Engendren un ambiente donde se respetan y no se maltratan las madres.

            Engendren un hogar donde el perdón se da con libertad, donde regalar es mejor que recibir, y donde los padres se apoyan.

            Creen un hogar donde sus hijos sienten la libertad de compartir sus problemas con sus padres, donde se asiste regularmente a la iglesia, donde cuidar al enfermo y al necesitado es más importante que jugar deportes o mirar televisión.

            Creen un hogar donde es importante ser puntual, donde el trabajo es una bendición, donde la Biblia se lee diariamente, donde no se trabaja los domingos, y donde los ancianos se respetan.

            La paternidad de Dios nos enseña que engendrar un ambiente santo es tan importante como engendrar la persona que vivirá en ese ambiente.

            Que Dios nos brinde su misericordia mientras trabajamos para completar nuestras responsabilidades como padres para poder oír estas palabras en el Día del Juicio: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).

           

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