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366 devotional readings that will unlock the secret power to Abiding In Christ

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Reimar A.C. Schultze

Llamado a la Obediencia Archivo

“Tenemos este tesoro en vasos de barro...” (2 Corintios 4:7)

"El Verbo fue Hecho Carne"

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” (Juan 1:14)

            Si Juan se registrara en un certamen de popularidad con Mateo y Lucas en la cual competirían para decidir quien escribió la mejor historia de navidad, Juan perdería.  En la historia navideña que cuenta Juan, no hay reyes magos, no habla de Belén, no hay un pesebre, ni ángeles, ni pastores, y no habla de Herodes.  Pero, si lo simple es bello, si lo breve es poderoso, Juan ganaría el certamen sin ningún argumento.

¿Que Significa “el Verbo”?

            En este contexto, “el Verbo” significa la revelación y expresión de Dios.  Antes de la primera Navidad, Jesús, la revelación de Dios de si mismo, fue escondida.  Hasta el momento de su nacimiento, Jesús estuvo escondido en las sombras del antiguo testamento, así como Dios mismo fue escondido, diciendo “...y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” (Jeremías 29:13)  Así es el antiguo testamento: un Dios y un Cristo escondido.

            Antes de los eventos en Belén, “el Verbo” no fue visto, ni revelado, ni explicado. El siempre estaba presente, pero el hombre no lo reconoció ni lo pudo reconocer.  Se puede comparar al misionero que fue a la India, dejando atrás a su esposa por un año.  Todos los Indios saben por el anillo que el misionero lleva y las cartas que recibe que es casado, pero no conocen a su esposa hasta el día que ella viene a visitar.

            Gloria a Dios por la encarnación cuando él reveló su gran secreto.  En la primera navidad, Cristo sale de las sombras del antiguo testamento y dice, <<Aquí estoy.  Mírame.  Si me ves, ves al Padre.  Si me conoces, conoces al Padre.  Si me tocas, tocas al Padre>>.  ¡Aleluya!

            Navidad representa ‘el Verbo escondido’ convertido en ‘el Verbo relevado’ que revela aun más los misterios de la trinidad para los que siguen al Salvador.

            Cuando decimos que el Verbo se hizo carne, quiere decir que Jesús nos entiende, que la carne puede experimentar la llenura de Dios, y que lo escondido ha salido a la luz.

            Ahora, consideremos estos asuntos en más detalle.

Jesús Nos Entiende

            Gracias a la encarnación, tenemos alguien a la derecha del Padre que intercede por nosotros.  Esta persona ha estado en nuestra situación.  El hecho que Dios es omnisciente nadie lo duda.  El problema es que saber y sentir son cosas muy diferentes.

            Yo diría que Dios el Padre sabe y Jesús el Hijo siente.  Esta idea no es una nueva doctrina, sino una forma más práctica de entender y apreciar la encarnación.  Aunque Dios el Padre sabe los que sentimos, es muy diferente a Jesús quien sintió lo mismo que nosotros sentimos.  Se puede decir del Padre que “él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.” (Salmos 103:14)  Pero de Jesús se puede decir que “...no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (Hebreos 4:15)

            Al comparar la divinidad y unión del Padre y el Hijo no se ve ninguna diferencia, pero sí existen diferencias de personalidad, experiencias, y funciones entre los miembros de la trinidad.

            Estas diferencias existen porque el Padre nunca se hizo carne.  El Padre no murió en la cruz ni resucitó, pero el Hijo sí lo hizo.  Es por esta diferencia importante que el Hijo, el Verbo, tiene la capacidad de interceder por nosotros.

            Juan Wesley expresa esta capacidad en las siguientes palabras:

                        Cinco llagas sangrientas recibió en el Calvario;

                        Derraman oraciones efectivas que me hablan fuertemente;

                        <<Perdónalos>>, dicen, <<Perdónalos>>

                        <<No deje morir al pecador>>.              (Levántate, Mi Alma, Levántate)

            En Romanos 8:24 podemos ver que el que ha sido uno de nosotros está intercediendo por nosotros frente al trono de Dios.  Romanos 8:34 dice, “¿Quién es el que condenará?  Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.”

            Para resumirlo todo: Cristo murió, resucitó, y está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros y dando prueba viva de lo que es ser humano.  El resultado de esta intercesión es la misericordia abundante de Dios.

            Debido a que Jesús fue hecho carne, él puede “...salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.” (Hebreos 7:25)

            Para las millones de personas que están encarceladas por la causa de Cristo, podemos expresar esta idea en términos más prácticos.  Jesús, habiendo estado él mismo en la cárcel de un cuerpo humano, tiene la habilidad de interceder por nosotros.

            Para el soltero, Jesús también conoce los deseos de la carne para el contacto humano, y puede pedir una medida de misericordia más abundante para él.

            Para los hombres con gran poder, riqueza, fama, e influencia, Jesús entiende la tentación de la vanagloria.  El diablo le ofreció los reinos del mundo y Jesús fue tentado.  El diablo le ofreció fama y prueba de su divinidad si se echaría de la cumbre del templo para ser rescatado por los ángeles.  Jesús fue tentado a empezar su ministerio con un gran espectáculo, pero no lo hizo.  El entiende e intercede por los que pasan por tentación de este tipo.

            Vemos, entonces, que la conversión del Verbo en carne significa que Jesús entiende.  Quiere decir que él conoce y ha sentido lo que nosotros sentimos, y él intercederá por nosotros.

            Consideremos esto: “Y el Verbo fue hecho carne, y...”

“Vimos Su Gloria”

            Al resistir las mañas del diablo, Jesús resistió la gloria física y escogió la gloria espiritual.  Cuando dice que “vimos su gloria,” es importante reconocer que los únicos que vieron la gloria de Jesús fueron Juan y los demás discípulos.  No incluye a Judas porque aunque Judas fue miembro físico del grupo de discípulos, nunca lo fue espiritualmente.  El nunca vio la gloria de Jesús porque nunca poseyó espiritualidad verdadera para el mismo.  Es por esta razón que traicionó a Jesús.

            El sujeto de esta frase, “vimos su gloria,” incluye a los apóstoles (menos Judas). También incluye a otras personas como Maria Magdalena quienes tuvieron una relación más cercana con Jesús.  Solo intimidad con Jesús, dejando todo lo demás, nos permite ver la gloria de Jesús porque es una gloria solo visible al ojo espiritual que está puesto en Jesús y no se mueve.

            Los fariseos no vieron la gloria, ni los escribas ni los abogados ni las multitudes.  Estos líderes religiosos y el pueblo vieron a Jesús como un hacedor de milagros, un profeta, y un rey.  Esperaban recibir algo de este rey en vez de darle todo lo que tenían.  Por esta razón nunca vieron su gloria.

            Si consideramos a Jesús primariamente como alguien que nos debe algo en vez de alguien a quien lo debemos todo, no veremos su gloria ni podremos experimentar su gozo.  Es cuando le damos todo que vemos la gloria de Cristo y de ahí empieza el gozo, el amor, y la jornada.  Es cuando experimentamos esta gloria que sentimos satisfacción total en nuestra alma.

            No, Jesús no llevaba un halo como los pintores Holandeses, Dürer y Rembrandt, nos han demostrado.  Como dice Isaías, “no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.” (53:2)  Jesús fue indeseable al ojo físico.  “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” (Juan 1:11)

            Solamente las personas más cercanas a Jesús vieron y gozaron de su gloria.  Cuan grande es la diferencia entre lo que ven las personas cercas a Jesús al mirar un hombre de Dios y lo que ven los que están lejos de Jesús al mirar ese mismo hombre.

Las Bendiciones de los Seguidores Íntimos

            Por medio de la encarnación, lo seguidores íntimos reciben bendiciones que los inconversos y los santos que vivieron antes de Cristo nunca recibieron.

            “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” (Juan 1:16)

            También en este pasaje, el sujeto refiere a los seguidores íntimos de Jesús.  Cuando formamos parte de este grupo, Cristo derrama su gloria sobre nosotros.

            Además, Dios no quiere solamente derramar su gloria, sino llenarnos de ella.  Es por eso que Pablo ora de esta forma: “...y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda le plenitud de Dios.” (Efesios 3:19)

            Así como el cuerpo de Cristo fue llenada de la plenitud de Dios, también nosotros podemos y debemos ser llenados de su plenitud.  Esta idea no es solamente un sueño, sino una posibilidad real.  No intentes entenderlo, porque el pasaje nos dice que excede todo conocimiento.  Es demasiado grande para el cerebro humano.  Aun los teólogos más sabios no lo pueden comprender.

            Primeramente, la plenitud de Dios: el Verbo fue hecho carne.  De ahí, esa misma plenitud se manifiesta en nuestros cuerpos mortales, expresando la idea esencial de la Navidad.  Esta idea sobrepasa la hermosura del pesebre, los pastores, los ángeles, y los reyes magos.  Si lo simple es lo mejor, la historia de Navidad expresada por Juan merece una marca superior.

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